AGAL: Homenaje de Rodrigo Morales a premiado Diego Corvera

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Los dos son socios fundadores y ex presidentes de AGAL. Amigos a lo largo de la vida. Por ello, solicitamos a Rodrigo Morales que preparara una semblanza de Diego Corvera, a modo de homenaje por su premiación en virtud de su trayectoria en el Derecho Laboral y la Seguridad Social. Aquí la compartimos.

 

Hoy me toca el honor de efectuar una pequeña semblanza de Diego José Corvera Vergara, a quien sus pares le otorgan el Premio a la Trayectoria Laboral.

Como en esta Cena Anual veo, con gran felicidad, caras jóvenes, nuevas y entusiasmadas que se han incorporado a la AGAL, contaré quién es el homenajeado.

Diego cursó sus primeros estudios en el Colegio Seminario Menor, creado por la Iglesia Católica, y todos creíamos que era la primera instrucción para acceder a la carrera de sacerdote -que Diego parecía y parece asumir-, lo que no era tal, lo que sin duda marcó su quehacer futuro. Así, naturalmente, accedió a la carrera de Derecho en la Universidad Católica, egresando en el año 1974.

Después del golpe, con ese bagaje, fue uno de los primeros que se integró a laborar para el Comité de Cooperación para la Paz, en defensa de los perseguidos por la dictadura militar, con clara inclinación hacia la irrestricta defensa de dirigentes sindicales y trabajadores de nuestro país y que, a su disolución, continuó desarrollando para la Vicaría de la Solidaridad.

Por su labor debió viajar a España, para obtener en el año 1979 su título de abogado en la Universidad Central de Barcelona.

En esos tiempos negros nos encontramos siempre con Diego, un atildado, engominado y bien vestido profesional, compartiendo luchas, vicisitudes tanto en el ámbito académico cuanto el judicial, y las más de las veces decepciones, más que triunfos en los tribunales del trabajo y cortes. Relación que continuamos también en el ámbito internacional, tratando de demostrar los efectos perniciosos del Plan Laboral divulgado por las representaciones oficiales, lo que cimentó el cariño, afecto y respeto que hasta hoy nos anima.

Ese trabajo encomiable y un tanto disperso nos obligó a pensar -a quienes compartíamos el quehacer en el ámbito laboral y previsional- que era necesario reunificar y coordinar esfuerzos, por lo que en el año 1980 nació a la vida jurídica la AGAL, como una asociación gremial destinada a apoyar a los trabajadores de nuestro país. Diego fue uno de los socios fundadores y, por cierto, en diversos periodos asumió su representación.

Dada nuestra actividad común y la evidente amistad que originó nuestro quehacer, en el año 1990 decidimos fusionar los estudios de Gumucio y Morales con Corvera y Carvallo, conocidos como “los chicos de Gotuzzo” y, dado el tiempo transcurrido, nos convertimos en “los vejetes de Gotuzzo”, hoy calle Amanda Labarca.

¿Qué se puede decir de Corvera, además de lo anterior? Mucho. Que parece hosco, un tanto huraño. Pero en verdad sólo es un ropaje que esconde a un abogado laboralista claro y prístino, con profunda raigambre cristiana y con sólidos valores sociales, unido a una excelente versación jurídica, que ha brindado sus conocimientos en todo tipo de ámbitos, v. gr. en el foro para la Reforma a la justicia laboral, en la Vicaría Pastoral Obrera y, por cierto, a los trabajadores y trabajadoras, sus organizaciones sindicales y a la AGAL.

Un hito relevante de su quehacer laboral, entre otros, fue el juicio del Alfalfal, en que un aluvión que se produjo en el mes de noviembre del año 1987, originó la muerte de 35 trabajadores y la desaparición de otros 10, que la Superintendencia de Seguridad Social, abrazando la tesis de la mutual, definió como un siniestro de la naturaleza causado por fuerza mayor y que, a la postre, gracias a su robusta y fundada defensa, fue calificado judicialmente como accidente con ocasión del trabajo, lo que abrió sendas inexploradas en la interpretación y aplicación de la Ley 16.744.

Sí, Diego puede parecer hermético, pero si lo tratan descubrirán su valía y disposición a prestar ayuda y colaboración a sus pares sin esperar reconocimiento. La solidaridad lo anima y le ha dado fuerza para continuar y perseverar en esta esforzada labor en el ámbito del Derecho del Trabajo y la Seguridad Social.

En general, no somos dados a reconocer en vida los valores y constancia que desarrollamos en nuestra profesión de “abogados de rotos”, como se nos moteja y acogemos con honor y satisfacción, por lo que felicito a la institución que nos cobija por más de 40 años, que brinde a Diego y a su familia, su expreso reconocimiento, más que merecido, por cierto.

Aprovecho de trasmitir las excusas de Juan Gumucio, que se encuentra en reposo médico a raíz de una caída, pero en franca recuperación, lo que le ha impedido compartir con nosotros.

Abrazo, querido amigo y socio de tantas correrías judiciales y de las otras… Dejo esta última frase, sin tapujos, a la libre interpretación y comentarios, obviamente respetuosos, de los más antiguos que participan en este homenaje.

¡Salud, Corvera!

 

Jueves, 22/12/2022