Mucho han recordado otros ex presidentes de nuestra Asociación de Abogados Laboralistas, de manera que quisiera hacer un hincapié en el contexto en que ésta se inició. Corría el año 1980 y ya el señor José Piñera había instaurado el Plan Laboral, con un sindicalismo por empresa y, desde luego, una negociación colectiva por empresa, que todavía tenemos y que no hemos sido -ni la sociedad ni la clase política- capaces de cambiar, el que instauró también el sistema de AFP, que todavía perdura.
En ese tiempo, unos meses después, sucediendo al señor Piñera llegó un ministro, el señor Miguel Kast, que fue todavía más nefasto que su predecesor: autor de la Ley N° 18.018, que derogó prácticamente todas las conquistas laborales a nivel individual, como la indemnización por años de servicios y las gratificaciones que eran voluntarias en su cuantía para las partes. Eso significó que en los contratos se pactaba un peso por cada uno de estos beneficios. Luego eso fue cambiado por el propio régimen, pero ese era el contexto en que nos iniciamos.
Por otro lado, en términos mucho más positivos, la AGAL nació con el concurso de muchos colegas, pero con el impulso de un núcleo de abogados que trabajábamos en la Vicaría Pastoral Obrera -y antes en la Vicaría de la Solidaridad-, que tuvimos el apoyo decidido del sacerdote Alfonso Baeza, que era un cura tremendamente consecuente, buen amigo y que se la jugó por la causa de los trabajadores.
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